Los efectos del mal funcionamiento del ferrocarril Sarmiento se derraman por todo el conurbano. Los desesperados que deben llegar a horario para no perder su presentismo abordan cuanto transporte público aun funcione con cierta normalidad. Hacen piruetas cartográficas, complejas conexiones de idas y vueltas para llegar donde necesitan. De Morón Hills hacia Kathan City para tomar el tren fantasma hasta el bajo Barracas; combinación con el bus hasta Constitución y allí subterráneo hasta Palermo Queens. Con suerte el pelo no habrá encanecido en el trayecto y el orificio anal seguirá allí donde solía estar, agradecido él por haber tenido la buena ventura de tener donde posarse. Miles no pueden decir lo mismo. Juro que escuché a varios contar peripecias semejantes.
Escuché que se robaron los cables, a plena luz del día entre Flores y Caballito, como si no fueran cables de alta tensión, como quién ingresa como Pancho por su casa al museo smithsoniano y se lleva el acta de la independencia de los Estados Unidos de Norteamérica dejando propina. Escucho que la culpa es de la gente que es hija de puta, del Pollo Sobrero que, enojado ante la falta de kóleston y manzanilla urdió un complejo plan de desestabilización. Algunos más razonables se atienen a los dimes y diretes televisivos en los cuales se postuló el incendio de los cables del tercer riel por no dar a basto con el consumo de los trenes comparados a China y que podrían haber sido construidos aquí pero a todos les chupó un huevo. Un tipo que es compactado a unos metros de donde lo soy yo sugiere la posibilidad de que la revolución del transporte de Randazzo está floja de papeles. Lo abrazaría pero no me puedo mover. A parte, tiene una chaleco del sindicato de camioneros. Ya no me cae tan bien. Si estornuda, las microgotas de flush transportarán su peronismo hasta mi y moriré.
#unfibronparadibujarmelarayadelocote
#chicosnoentranadiemasenestalatita
#sichocamosnadienosvaareconocer