Hay gente que cuando sube al colectivo le dice al chófer “hasta la capital”. Gente que no viaja seguido, que rara vez se mueve más allá de su pueblo, su ciudad, su partido. Gente que se viste con lo mejor que tiene porque es una ocasión fuera de lo común viajar durante horas como un cerdo para ver cómo el horizonte dibuja la línea de la General Paz.