Si la economía, como la política, se ha convertido en un neuropsiquíatrico a cielo abierto no es de extrañar que también lo sea esa especie de Feria de la Salada virtual que es el Marketplace de Facebook. Galperín, el dueño de Mercado Libre lo sabe, en la Argentina, su negocio da pérdidas porque ya no tiene a quien robarle. Le roba al Estado, le roba a los que venden, le roba a los que compran, le roba a los que traen y le roba a los que llevan. Es decir, roba a más no poder mientras algunos lo posicionan como el ejemplo a seguir de emprendedurismo y meritocracia, porque podría haberse quedado como un triste millonario que esquilmó la fortuna de sus padres, pero no, como es un prohombre de la patria esquilmó el dinero de otros. Como todo empresario nacional, el libre mercado es de la frontera para afuera; de este lado la manija la quieren para ellos. Y como la muchachada apenas si puede comer sale huyendo de su plataforma y se va a esa tierra de nadie que usufructúa ese muchacho, Zuckerberg, el que le vende nuestros datos a quien pueda pagar en dólares por ellos.