Ideas precarias

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Viernes. Me dejaron salir del laburo apenas un rato después de llegar porque no hay luz ni agua en San Telmo. Lo que debería ser una fiesta se transforma en una tortura cuando al salir a la calle me golpea una pared de calor infernal. Tomo el colectivo. Me siento de casualidad del lado del sol. ¡Apenas subir a la autopista, pum!  embotellamiento. Un montón de infelices sin luz cortaron toda la mano rumbo a provincia porque quieren tener, sino una vida digna, al menos un ventilador Liliana prendido. Somos 70 almas encerradas en una lata sin aire acondicionado, al rayo del sol. Son las 2 de la tarde. No pasaron 20 minutos que ya nadie tiene agua, ni gaseosa, ni saliva. La única humedad posible es la transpiración y el recuerdo que los afortunados tengan de alguna noche lúbrica y jocosa.