Cuando un producto cultural argentino es bueno hay que celebrarlo. El problema es el oportunismo masivo que vacía el debate en torno a la obra, al logro o a la persona, con la intención de vender más, generar contenido, y sacarse una selfie.
Cuando un producto cultural argentino es bueno hay que celebrarlo. El problema es el oportunismo masivo que vacía el debate en torno a la obra, al logro o a la persona, con la intención de vender más, generar contenido, y sacarse una selfie.