Como co-editor de un periódico me tocó escuchar de todo en estos 4 años 10 años, los relatos más extraños y desopilantes de gente que se había comprometido a entregar un artículo y sin previo aviso ni atisbo de responsabilidad se bajó y me dejó un problema. Cada justificación, cada pretexto, cada coartada era enunciada como inaugural, como si nadie la hubiese utilizado nunca jamás y su originalidad cegara de tanta brillantés. Al principio fue así, pero con el correr del tiempo noté que la novedad no pasaba por la excusa sino por mis oídos que las escuchaban por vez primera. Más o menos al año había podido detectar las estructuras básicas de la excusa barata de quien no sabe cómo salirse de su propia camisa de once varas.