Pateo de Constitución al laburo. Paso por la puerta de al menos 4 escuelas primarias. Atravieso el gentío más obligado que por gusto. En una de ellas, privada y religiosa, los padres se agolpan como si fuera la entrada a la cancha o un recital dónde un cualquiera dice en un castellano de mierda que somos el mejor público del mundo. Cortan la circulación de la calle con sus autos esperando, no sé si que entren o que salgan los pibes. Los colectivos tocan bocina, los autos y las motos tocan bocina y hasta un flaco en bicicleta hace sonar una chicharrita para que lo dejen pasar. Él tiene suerte, da media vuelta y se va por otro lado. Los otros se tienen que fumar el gentío. En la puerta de la escuela una señora más bien morrudita y baja, con delantal de colores y un aspersor en la mano, le pide las manos a los que van y vienen por la puerta. Gatilla dos veces. Los chiquitos se refriegan. Algunos la saludan con el codo, otros con el puño cerrado. Uno diminuto con pinta de jardín de infantes o primer grado en vez de saludarla se le prende de la pierna y la mira. La señora queda petrificada, por los ojos se le nota que no sabe si responder o no el abrazo. De la montonera sale una flaca disculpándose con todos. Le desprende al pibe de la pierna a la señora y lo reta con un chirlo mentiroso en el culo. Antes de que el pibe arranque saca un peine de la cartera y lo peina. El pibe no se deja y entra corriendo. La mochila es más grande que su espalda.