Sexos

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De noche todos los amantes son pardos. Será por eso que cuando terminaban de comer o cuando volvían del cine y la puerta se cerraba; cuando daban de comer a las mascotas y ponían el lavarropas a centrifugar, cuando el último de los vasos era guardado en la alacena, entonces, él se le acercaba hasta oírle la respiración. Ella sonreía. Sabía lo que iba a pasar, cualquiera lo hubiese sabido, incluso quienes solo conocen del sexo las migas de un onanismo sin horizontes.