De Rusia con amor

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Hace unos días cruzaba la 9 julio a la altura de la calle Chile. De pronto, lo veo ahí tirado. La forma y el color me recordaron a los viejos DNI libritos del año del pedo. Pensé

-Se la pusieron a un jubilado y descartaron los documentos- ya que en esos boulevares los amigachines de lo ajeno suelen fraccionar sus botines. Me acerco y lo levanto. Error. Era un pasaporte. Un pasaporte ruso. Un pasaporte ruso de una bebé nacida en la Argentina en abril del 2022, de padres rusos. Carne para los trogloditas esos que siempre se están quejando de las extranjeras que vienen a parir al país porque acá somos mejores seres humanos que, por ejemplo, esos locales del pro y la Unión Cívica Terminal.