La calle está dura. Se sabe hace rato, pero hasta que la clase media no acusa el golpe la ficha no salta. Mucho no importan esos informes en el noticiero que bombardean con el índice de inflación, la delincuencia y los amoríos de turno. La cosa salta cuando, por ejemplo, la gente de bien la pone en la calle por falta de guita.