En clase hice un comentario contra la concentración de medios. No fue el concepto en sí sino las palabras que usé. Una retórica de mierda. Todos me miraron. De hecho, el docente me contestó como si yo tuviese puesta una remera con la cara de Sabatella, o de Cristina. Me sentí un poco pelotudo. Al salir, uno de los pibes se me acerca y me dice:
-estuviste bien.
-No, pero yo no…
-Este X (el profesor) se hace el neutral pero es un gorila…
-campeón mira que yo no…
-cuando volvamos se las vamos a dar a todos…
-Pero guarda porque yo soy…
-Chau, compañero- me dice y se va.
Y me quedo ahí, como el personaje de los marrones, el de Capussotto, que intenta cantar contra la policía y acaba siendo su mejor amigo. A mí me pasa lo mismo con el peronismo: más de media vida combatiendo su cosmovisión con todas las ganas y siempre hay alguien que termina por llamarme “compañero” .