Diana Cohen Agrest es Doctora en Filosofía, ensayista, presidenta de una asociación civil, Usina de Justicia. Recibió varios premios y reconocimientos, escribió varios libros. Se especializa en filosofía práctica, es decir, ética, moral, política, antropología filosófica. En 2011 su hijo fue asesinado en una entradera en la puerta del edificio en el que vivía. Yo estaba en la facultad ese día, fue un momento áspero, conmocionante porque ella siempre fue una integrante de la comunidad académica muy respetada y valorada.
Uno esperaría que alguien de su trayectoria en esos campos de estudios en los que hizo carrera procesara el dolor dentro de los carriles de la razón. Es una ilusión, algo que rara vez pasa. La pérdida de un hijo es un parte aguas y nadie sale indemne de esa tragedia que de tan tabú no tiene nombre en occidente. A partir de ese momento, del asesinato de su hijo, la Dra. Cohen, en sus intervenciones públicas fuera de la academia, es decir, en los medios comerciales de comunicación, viró a un populismo de derecha represiva. No hay casi artículos en los que no mencione al zaffaronismo y lo descalifique. Por supuesto, no lo hace desde tribunas ideológicas variadas sino desde aquellas con segundas intenciones, alineadas con los reclamos de derecha, desde donde se despacha –muchas veces con la lucidez que la caracteriza- contra políticas o sectores de la sociedad que ella vagamente identifica con la izquierda. En el mejor de los casos, pincha donde duele: la izquierda, la progresía, no sabe muy bien qué hacer o qué posición tomar con respecto al delito. Formados en la cierta matriz intelectual de carácter materialista el primer impulso de los que salimos de esa matriz es tratar de entender las condiciones socio materiales de aquellos que son partícipes de un hecho delictivo, tanto si son víctimas como victimarios; por supuesto, porque no somos la víctima. El problema con los planteos enojosos de la Dra. Cohen es que utiliza a Zaffaroni –a quien se le pueden cuestionar varias cosas- para cuestionar hechos sociales en los que el Juez o sus desarrollos teóricos poco tienen que ver. Por ejemplo,
1- para denostar decisiones jurídicas de las que Zaffaroni no es responsable.
2- para denostar las distintas corrientes ideológicas que toman aspectos de la doctrina jurídica de Zaffaroni.
3- para denostar a quienes tienen algún tipo de simpatía por la figura de Zaffaroni.
El punto 1 no resiste un gran análisis. Si un juez libera a un preso haciendo uso del debido proceso pero sin tomar en consideración agravantes o atenuantes y el preso vuelve a cometer un delito (ya sea contra la vida o la propiedad) ese juez no es, per se, ni garantista ni zaffaronista, simplemente es un vago, inútil o inepto para la función que cumple, o incluso, podría ser simplemente un muy mal lector. No es responsabilidad de Zaffaroni. La Dra. Cohen no se atrevería a decir que Nietzche es responsable de la doctrina nazi porque los nazis tomaron el concepto de super hombre para justificar políticas genocidas. Sin embargo, para ella, cualquier juez que libera a un detenido es discípulo de Zaffaroni. Tiene, incluso, un giro retórico para degradar el status conceptual de la posición zaffaroniana, la llama “buenismo”, una suerte de tendencia tonta e inocentemente peligrosa de considerar a la condición humana.
El punto 2 degrada en parte cualquier planteo que ella realice porque como en el punto anterior, confunde al árbol con el bosque. Una ideología puede tomar aspectos de una teoría y desechar otras y eso no la compromete con la totalidad de esa teoría ni es un compromiso de por vida. Uno puede gustar de la literatura de Borges o de Octavio Paz y no por eso ser de derecha. Puede tenerse en alta estima el concepto de fetichismo de la mercancía de Marx y sin embargo no suscribir a algunas de sus tesis sobre Feuerbach. La Dra. Cohen por eso aprovecha cada oportunidad para sugerir subrepticiamente que los responsables de la violencia en la sociedad argentina son los gobiernos de aires progresistas. Lo hace con estilo y estratégicamente (en la nota que analizo y que figura abajo tiene el gesto de hablar de Cuba como sociedad autoritaria, desigual pero no violenta, por ejemplo).
El punto 3 es igual al anterior pero en lugar de ser de tipo grupal “las ideologías” ahora se ubica en el nivel de las personas. Y como son personas apela a la emoción, al dolor de las víctimas y sus familias, efectivamente terrible, ciertamente trágico y evitable. Pero omite, y esto es algo que en ella es imperdonable, que la política –entendida como preocupación por la cosa pública (y la ley, la justicia y la pena lo son)- no pueden ser analizados solo desde la dimensión del dolor de las víctimas. Porque ese camino solo lleva a la venganza, al código de Hammurabi. En la nota habla de “cómplices de escritorio”. Aclaración contextual: en la nota se habla del pobre tipo al que acuchillaron por un celular. Todavía no se sabe nada de los autores de ese crimen no hay un solo detenido al momento pero igual ella de todas formas está convencida de que fueron liberados por el zaffaronismo. O de que ese pobre hombre es la víctima de una política judicial de orden nacional cuando bien podría ser víctima de una política judicial de orden distrital, cosa a la que claramente no se aventura. Y culmina su alocución con una declaración de principios de la raigambre ideológica desde la cual piensa
“No son las condiciones materiales la causa del delito sino la falta de sentido que anidó aquí y allá, como signo de época.”
La Dra. Cohen –tan liberal- no atribuye la responsabilidad de la emergencia de hechos delictivos brutales a la estructura de la sociedad –en la figura de jueces e intelectuales- ni a la responsabilidad personal de los individuos que violan, roban y matan (ya sea por pobres, drogadictos o simplemente mal nacidos) sino a un signo de los tiempos, a un Zeitgeist, en el cual ya no hay valores compartidos y entonces, una nebulosa corriente de pensamiento leguleyo, en pos de valores humanitaristas o de mano de obra violenta, libera criminales a diestra y siniestra. Es cuanto menos curioso ese argumento en la pluma de una liberal. Porque yo estaría de acuerdo con esa frase final sino fuera porque en ella se oculta el anhelo de que parte de la sociedad que durante décadas fue llevada a los límites de la supervivencia se comporte civilizadamente. Y eso solo pasa en la mente de quienes o bien no tienen imaginación o bien la tienen en exceso.
Otro docente de Filosofía y Letras, Francisco Bertelloni, acuñó una frase genial: “La literatura puede permitirse cualquier cosa menos ser aburrida. La filosofía puede permitirse cualquier cosa menos ser literatura”.
La Dra. Cohen rumiando su dolor cuando escribe en los diarios ya no hace filosofía, hace literatura, de la mala.
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