Subo al Roca. Me duermo. Tengo un sueño. Misma nenita del sueño de hace unas semanas. Escenario: La casa de una ex que no es exactamente ex porque no llegamos a ser algo con nombre identificable pero que ahora es ex porque la vida es como es. Así que para simplicar le digo ex? Bueno, la misma nenita, la misma casa. Mi ex? No está o no aparece, no sé. De última menos mal porque siento que si estuviera me cagaría a pedos. No ella sino su yo de mis sueños. La nenita aparece bajando una escalera vestida de princesa con gorro de cowboy y guantes a lo Rita Hayworth. Tiene unas pantuflas con forma de patitos. Tiene los ojos cerrados. Cuando lo abre se convierte en Beatriz Sarlo en formato diminuto, con todo el look de la nenita. Me dice con aire superado mientras baja cual diva “Vos pensás que el capital es tener cosas pero el capital es control. Quien tiene el control, es el capital. Quiero yogurt”. Voy a la heladera. Abro. Solo hay cerezas.
Me despierto transpirado de angustia. Estoy en la estación Kosteki y Santillán. Toda la secuencia duró, como mucho, 8 minutos. En el andén de la estación hay un perro callejero comiéndose una pera. El tren arranca.
Estoy hinchado las bolas de mi inconsciente. Es un pelotudo.