Algunos cronistas postulan que dormir parado es un arte, que es algo que requiere práctica pero sobre todo talento. Yo no sería tan romántico. Si se quiere sobrevivir se aprende. Y si no se aprende entonces se sufre. La vida entera medio que se reduce a eso.

El truco está en las rodillas. Si conseguimos que no se doblen, el trabajo está garantizado. Si no lo conseguimos bien nos valdría no haber nacido. Se cuenta que Facundo, el caudillo, duerme su sueño populista parado y a lo macho y que Arquímedes de Siracusa decía que si le daban un solo punto fijo era capaz de mover al mundo. Con menos futuro en la historia de la inteligencia yo solo pido un caño sin filo para dormir hasta soñar.

Mientras más lleno esté el transporte, mejor. Mientras más gordxs quienes te rodeen, mejor aún. Si en medio del gentío uno se da a la incívil actitud de apoyar la espalda y quedarse medio inclinado, ocupando más espacio que los 30 cm cuadrados que le corresponden entonces es pan comido. La gravedad hace lo suyo. El peso le impide a las rodillas doblarse pero guai! que te patines porque caes de culo y quedás como un boludo. Nadie se recupera de eso. La experiencia me avala.

Uno de los problemas es la cabeza, si se te bandea de costado o para atrás la imagen que dejás a otros es decadente. En invierno se soluciona con una bufanda gruesita o un pañuelo mullido. En verano te jodés, tortícolis y vergüenza. Otro es si abrís la boca y te babeás. Un asco. Y más aún si dormís parado. La baba te sale de la boca y como suele ser espesa cuelga en un hilo largo hasta el piso y te mancha la ropa. Hay una señora que toma el 96 en Laferrere que debe tener la saliva más espesa sobre la tierra porque cuando se despierta en Constitución el hilo de baba, posta, llega hasta el piso y deja un charco pandito junto a los zapatos del que tenga cerca.

Y si haces ruidos, qué va, un bajón para vos y para todos los que se fuman la sinfonía de ronquido mezcla de mucosidad, nicotina o borrachera.

Ahhhh, pero cuando le encontrás la vuelta te sentís un campeón, como cuando la piba que te gusta pero no te da cabida te manda un mail en navidad. Te pega el sol en la jeta, vas calentito, con música, las manos en los bolsillos haciendo equilibrio, cerrás los ojos y te dejás ir. Y no te importa nada. Ni el país, ni tu sueldo de mierda, ni la falta de futuro. No te importa el final de juego de tronos, ni las canciones de Jimena Barón, ni que dios se murió, ni la vuelta de Cristina, ni la piba que te gusta y no te habla, ni nada de nada; como flotando entre las olas, como sentarse en una amaca del parque. Sos vos con tu cansancio y con tus sueños.

Ahora bien, si tus sueños son una mierda, esa, justo esa, es otra historia.