Cuando unos productores adinerados sentaron a Charly Puth con Jacob Kasher Hindlin a componer el próximo hit que financiara sus aguinaldos no se imaginaban que al pagar por We don´t talk anymore lo que hacían era musicalizar ese sufrimiento medio pelo que es el abandono.
Seguramente, Charly soñaba con afianzar su fama de galancete talentoso y Jacob con alquilar una depto en California con vista al mar para llevar a su esposa embarazada de seis meses. Eso es lo de menos. Ninguno se imaginaban, acaso, que lo que se convertiría en un hit global fuera un cúmulo perfecto de lugares comunes. Y claro que lo es. Posta. El pibe ahí, sentado con su guitarra o con su piano enumeraba motivos de llanto mientras en el fondo lo que quería era tirarse a la secretaria de su mánager. Quería estar en el bar de la esquina tomando un daikiri haciendo tiempo antes de una fiesta en Sunset Boulevard. Y sin embargo, él y Jacob dijeron cuanto hay que decir sobre el después del después amoroso, del después sentimental.
Así, como si nada, en el presente continuo de la obra, construyen un enunciador, alguien cualquiera, un tipo como ellos, que nos contará una historia como si no estuvieramos ahí. Un tipo al que veremos hablarle a una mujer, o a la foto de una mujer, o a su recuerdo, o a un sueño recurrente con ella. Y lo veremos aunque estemos escuchando. Y el tipo dirá We don´t talk anymore, un millón de veces como si fuera el cuervo de Poe susurrando «nevermore» sobre el busto de Palas en el dintel.
Y mientras Charly y Jacob debaten sobre la conveniencia o no de sumar una voz femenina para que la canción tenga gancho y venda más gracias a las adolescentes que cantan a los gritos en el baño, el otro tipo, el de la canción, sigue ahí atrás, incansable, diciendo We don´t talk anymore.
Porque a la larga, eso es lo que les pasa a los amantes que se separan, ya no hablan más, ya no se preocupan el uno por el otro, o sí, pero no se lo dicen, o se lo dicen y no les importa porque para eso cortaron, para que el otro ya no les importe un carajo y que se joda. Y no hablan más y We don´t talk anymore pero resulta que el tipo se lo dice a la mujer, o a la foto o al recuerdo o al sueño recurrente y hasta él y nosotros y Charly y Jacob sospechamos que a pesar de no hablar, al menos él, se muere de ganas por hablar con ella, tomarse un café de capsulita o comer con ella un helado de un gusto que no compra nadie. Pero como se dice a sí mismo, We don´t talk anymore.
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Jacob desaparece de la historia y está bien porque le pagaron solo para escribir la canción y decir que Charly era el talentoso de los dos, porque sí, porque es el novio que toda madre quiere para su hija, mientras él, Jacob, de casualidad perdió la virginidad. Entonces entra Charly al estudio y les dice a su productores «quiero a Madonna cantando la parte femenina» y los productores lo miran con cara de hacer cuentas y le dicen «Selena Gomez, que vende más, mejor y está recontra buena, no como Madonna, que es un cuero viejo y hace quince años que no mete un tema digno». Entonces viene Selena graba el tema, con una voz dulce que rasga el alma y lo canta junto a Charly, en vivo, en uno de sus conciertos en el que se nota que hay química pero no buena onda. La leyenda contará que Selena Gomez fue también co-autora del tema, lo que le agregaría una perspectiva maravillosa sino fuera porque el puro prejuicio nos hace creerla incapaz de tener una reflexión tan ajustada sobre las disquisiciones anodinas del abandono y el final de una relación. ¡Qué va! Si apenas salió ayer del secundario.
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La canción es usada como corte del primer disco de Charly para una disquera multinacional, se llamó Nine track mind (2016) y obtuvo críticas dispares. Puede que se comprara algunas cuantas cosas con las regalías, es cierto, pero parece haber funcionado más en el extranjero que en los Estados Unidos. Cuando el tema estalla en las radios y servicios de streaming, Charly aparece en el video con otra chica, Mirela Cardoso, una belleza adolescente esculpida en marmol de carrara. Luego de un tiempo de especulaciones, cuando una fan le pregunta por Twitter por qué no filmó el video con Selena, Charly, rápido de reflejos, con sarcasmo y algo de conchudez le contesta «We don´t talk anymore». Especulaciones: garcharon y no les gustó, garcharon, les gustó pero el mundo es como es, él era un cagón y ella quería tres hijos y una casita en Flores. La cosa es que no funcionó, entonces no volvieron a cantarla juntos ni a escribir canciones de amor malogrado pero las revistas del corazón se mueren por que se crucen en el hall de algún hotel de Las Vegas y se digan We don´t talk anymore.
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El tipo, el narrador, en momentos distintos dice dos o tres cosas muy muy curiosas y sentidas. Dice, primero:
I just heard you found the one you’ve been looking
You’ve been looking for
I wish I would have known that wasn’t me
que en criollo sería algo así como:
me enteré que encontraste al tipo que buscabas
ojalá hubiera sabido que no era yo
Ahí, el tipo se pone medio maricón, medio que se arrepiente de esa historia porque como sospechábamos We don´t talk anymore todo lo que quieras pero todavía está recontra manija con la flaca y la stalkea o le pregunta a los amigos en común y de pronto un día se desayuna que tiene un reemplazante, que tiene más guita, o coge mejor, o es más lindo o simplemente tiene para dar eso que él no tiene y no sabe qué es. Y cuando le cae la ficha, en medio de esa vorágine de información inútil que recopila sobre el otro, el tipo dice:
Don’t wanna know
What kind of dress you’re wearing tonight
If he’s holding onto you so tight
The way I did before
que es algo así como decir
no quiero saber
que vestido estás usando esta noche
si él te está abrazando tan fuerte
como yo lo hacía.
El sumun de la histeria masculina. Busca data pero no le gusta lo que encuentra que, básicamente, es lo que todos sabemos que pasa: ella usa su mejor pilcha con el otro del mismo modo que la usaba con él; y el otro, ni lerdo ni perezoso, disfruta de esa visión y ese cuerpo, como lo haría cualquiera a quien le dan la oportunidad.
Luego el tipo dice (en realidad lo dice Selena pero pongámosle que lo dice el tipo):
I just hope you’re lying next to somebody
Who knows how to love you like me
There must be a good reason that you’re gone
Espero que estés acostada junto alguien
que sepa amarte como yo
Debe haber un buen motivo para que te hayas ido
Ahí es cuando patina y le pone la cereza al postre. Ahí ya se dio cuenta que la flaca tiene sexo con el otro y entonces, a medio resignarse, a medio aceptar que el tiempo pasa para todos y que todos nos vamos a morir, a medio asumir que nadie es indispensable ni importante ni que nadie pero nadie nadie en toda la historia puede decir que es posible morir realmente de amor, entonces el tipo le dice ojalá te quiera tanto como yo y se va a tomar vino en cartón a la esquina con los pibes que fuman porro y dedican su tiempo mental a cosas más útiles.
En un episodio de la Nausea, Sartre pone al personaje principal de la novela frente a su amada. El personaje de algún modo claudica en ese momento todos sus ideales existencialistas en pos de un amor normalizado. Cuando termina de decir lo que dice la mujer amada lo mira y le contesta «Pobrecito, por primera vez interpreta bien su papel y no hay nadie para aplaudirlo». Eso mismo es lo que le pasa al narrador de We don´t talk anymore, se da cuenta que todo lo que diga, por bello y reparador que pueda ser es inútil; que sea lo que fuere que le diga a la mujer amada, a su foto, a su recuerdo o a un sueño recurrente es vano; que cuando se mira en el espejo a la mañana no hay nada en ese sufrimiento que lo ennoblezca, que lo redima, que lo salve a los ojos del señor ¿Saben por qué? Porque We don´t talk anymoree.
Si Charly Puth lo sabe, lo sabe cualquiera. Como dijo el poeta, the rest is silence.