Los pecadores me cuentan cosas. Al parecer en algún momento de la vida desarrollé el talento de una escucha que otros asumen cómplice. Vienen y tarde o temprano vuelcan en palabras sus trapizondas, sus agachadas, sus infidelidades y pequeñas y grandes deslealtades. A veces ni falta hace, les saco la ficha y se dan cuenta. Me lo ven en la mirada. Criminales de la moral cotidiana se sientan frente a mí y narran.