Sin esmowing

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Como si fueramos todos clasemedieros con auto nuevo que quieren llegar a Mar del Plata en 2 horas pisteando por la banquina vivimos en un mundo que cuando pisa el acelerador no le importa si llega a destino o se la pone contra un puente. No es para menos si nos bombardean a diario con esa positividad tóxica, venenosa, irrealizable y siome en donde hay que darle para adelante pase lo que pase, caiga quien caiga, no sea cosa que un influencer libertario en la cresta de la ola te trate de loser, planero y de voluntad pijotera.

Reflexiones de un señor de cuarentaipico que todavía cursa II

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Uno de los problemas de cursar un profesorado en una universidad es que se tienen compañerxs que ya son docentes. Al parecer, el solo ejercicio de la profesión les hace creer que eso lxs autoriza a hablar más que el docente, a interrumpirlo, a cuestionarlo, a cuestionar a los autores -cosas que no están mal- pero, sobre todo, a contar sus anécdotas de clase, lo que es infumable porque rara vez ilustran el tema tratado, sino que emerge para satisfacer el ego y el deseo de reconocimiento.

Reflexiones de un señor de cuarentaipico que todavía cursa I

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El profesor da las consignas para un parcial. Es de a dos. No tengo con quien hacerlo porque no soy muy sociable ni tengo tiempo para serlo. Le digo a una piba que está sentada frente mí. Me pone una excusa medio gansa. Algo así como que lo quiere hacer de a tres con sus amiguitas que no están presentes. Ok. No sé qué arregla con el profesor. Tampoco me importa. Reparte los temas. Me tocó el fácil. A ella, el imposible. La cara de que se quiere coser la argolla con alambre me alegra el día.

Insolaciones

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Mediodía. Sol. El calor transforma el asfalto en una mayonesa negra. Alem y Corrientes. Tres autos locos, un par de bondis, un patrullero estacionado a la que te criaste a una cuadra, frente al Luna Park. Corta el semáforo. Cruza la gente. En mitad de la avenida un viejo con bastón se detiene. Viejo viejo, tipo Matusalem. Candidato a cualquier vacuna como quien dice. Traje. Debe haber sido nuevo hace treinta o cuarenta años. Limpito. Arreglado. Corbata con nudo Windsor. Barbijo negro desteñido puesto como el culo. Medio pelado pero con gomina en los costados. Zapatos de charol brillantes, como si recién hubiese pasado por los lustrabotas que cada tanto se ven por el centro y te cobran la cuota mensual de la  universidad privada de los hijos. El viejo mira hacia el obelisco y empieza:

—Qué tristeza ver a la ciudad así. Yo la vi llena de gente. Antes no se podía cruzar a esta hora. dice mientras me mira. Listo, me embocó. Eso me pasa por hacer contacto visual. Estoy tentado a no darle bola pero el semáforo está por ponerse en verde y el viejo sigue ahí mirando el horizonte y se lo van a llevar puesto.

Vomitito

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Miércoles de marzo. Siete de la tarde. Calor. Humedad. Me siento mal desde la mañana cuando mientras estoy sentado detrás de todo, el chófer abre las puertas para que suban todos los que quieran. Tengo que darle el asiento a una chica enana que va con su hijo en brazos porque todos están dormidos. Hubiese hecho lo mismo pero me engancharon cambiando de canción en el celular. Mala mía. El sol me da en la jeta todo el viaje y siento el resurgir de los fideos medio crudos que me comí anoche.