–Es como un refusilo -Dice misterioso y apunta al cielo- pero al revés, en lugar de iluminar, te oscurece el rancho.
El que habla es un viejo. 70 largos. Boina, echarpe, bastón de metal con tres patitas. Anda medio encorvado, pero se le nota el paso firme. No aceptó cuando le dijeron que podía pedir el asiento en el refugio, que le cuidaban el lugar en la fila. Prefirió quedarse parado. Mala elección porque vamos por los 50 minutos de espera y la cosa va para largo. Por momentos dice que está cansado, pero eso que lo hace olvidarse de lo que dijo hace 5 minutos también le hace olvidar el cansancio y sigue de pie, sin titubeos.