Tiramos, desechamos, descartamos. Prescindimos, suprimimos, damos de baja. Así como viene, así se va, casi sin diferencia. Tal vez porque alejados del trabajo manual ya no somos capaces de percibir la vida útil de las cosas sino es a través de la opinión de los mariscales del consumo.
Aquellos a los que no les sobra para comer saben que un tornillo encontrado en la calle, una alfombra tirada, unos metros de cable, bien pueden ser un ahorro en caso de mayor necesidad. El resto, los que creen ser más, estár para más, los que se sienten parte de una burguesía para la que no les dá el piné, esos, no levantarían un huevo fabergé del cordón de la vereda.
Esa obsesión por lo nuevo no tiene que ver con la limpieza, con la prestación del objeto ni con las improbables reverberaciones energéticas de lo usado sino más bien con el deseo de poder decir que se ha consumido, que uno tiene el dinero, que se puede dar el lujo de comprar, que es y pertenece. En pocas palabras, unos forros. Por eso 5 discos 5 (acaso los últimos que puedan leerse en papel) de gente que se recicló, que después de consumir sus recursos y de algún modo estancarse o caer en desgracia supo usar lo poco que le quedaba para no tirar del todo su carrera a la basura y darle un aire más…o no.
Purpose – 2015 – Justin Bieber. Es cierto, no está en decadencia sino todo lo contrario, pero luego de varios discos con un pop anodino y pre adolescente supo rodearse de los mejores productores que el dinero puede comprar y reformular su propia marca con un disco bastante más adulto, con un sonido acorde a los tiempos que corren que no espanta a quien lo escucha. No varían sus temáticas (es básicamente un lloraconchas) pero su logro está en no aburrir con baladas preformateadas, en saber dosificar lo que se espera de él con bases electrónicas que beben de danzas urbanas como dancehall y el hip hop. Un disco para abordar como quien revuelve la basura y encuentra en ella algo de cierto valor que no esperaba encontrar. No es nuevo, no es maravilloso, pero aseguramos que no es para tenerle ni miedo ni asco.
Yo y Ya – 2010 – Pala. Uno revuelve la mugre, uno busca en la basura de internet sonidos nuevos, cosas que no conoce y lo que encuentra no siempre es digno ni bello aunque así se lo propongan sus autores. Todo lo contrario pasa con Pala, quizás el mejor cantautor hispanoparlante de la actualidad, muy por encima de su amigo Jorge Drexler y por supuesto muy por encima de todos esos snobs, pseudohippis y experimentadores medio pelo que pululan por el Konex y Palermo sensible. Colombiano viviendo en la Argentina, un poeta gigante, irónico, por momentos cáustico, que sin artificios vuelve obra de arte cada disco. Es difícil verlo en vivo, difícil encontrar sus discos, difícil incluso hallarlos en internet. Este disco es una excusa, su obra toda es lo opuesto a la basura. Quien lo escucha, se limpia.
Para no ver el final – 2010 – M Clan. Muchos artistas hacen arte con basura, de hecho la mayoría sólo tiene eso como materia prima de su arte: basura, literal y metafóricamente hablando. Los desechos propios, las angustias, las tristezas, las propias mezquindades son excelentes elementos para ser arrojados en las piras del exorcismo del arte. Por eso bandas como M Clan tienen el músculo entrenado para tomar las bolsas de residuos de sus propios dolores y tirarlos al camión del rock y el blues para que la música haga lo que mejor sabe hacer: curar y limpiar. Un disco con sonido a blues clásico, a rock de la vieja escuela que los alejó del coqueteo pop de trabajo anteriores pero que los acercó sin duda alguna a la mejor faceta de sí mismos.
The best of Kylie Minogue – 2012 – Kylie Minogue. La propuesta no sólo era desechable, era francamente un robo. La discográfica encarga una investigación de mercado y los fans eligen sus canciones predilectas de una artista que pasó de ser una suerte de Britney Spears de los ’80 a transformarse con el tiempo en una Madonna contenida que no hace más que reinventarse a sí misma cambiando para que nada cambie. Pop para adolescentes que hoy promedian los 40, pop anodino, pop adulto, pop electrónico, visual, de primer orden, de estadios y de discoteque. Todo eso es lo que tiene la Minogue para ofrecer y está a un universo de distancia de ser considerado basura. No sólo es una belleza cautivante sino que también es una belleza con tres décadas en el negocio de la música que en este compilado demuestra por qué merece la vigencia que ostenta.
La llamada – 2014 – Ismael Serrano. Todo bien, tuvo 4 grandes primeros discos que nos inspiraron a muchos con aires izquierdistas cuando eramos jóvenes, no teníamos panza y las chicas no nos daban ni la hora. Luego pasó el tiempo y tanto él como nosotros nos volvimos unos pelotudos. Él, por insistir con los mismos sonidos, las mismas ideas, las mismas historias. Nosotros, por dejar de creer en todo aquello. A fuerza de repetirse, de bajar línea en la mitad de sus canciones, de predicar una nostalgia y una melancolía que a cierta edad queda desubicada si uno no tiene un chumbo arriba de la mesa y piensa usarlo, a fuerza de todo aquello, sus últimas producciones son casi una basura. El disco se deja escuchar pero… para qué?