Ayer hizo un año que defendí mi tesis y me recibí en una universidad pública después de 20 años de haber terminado el secundario. Pasaron cosas, pasó la vida. Estuvo dificil. En algún momento pensé en agradecer, pensé en hablar de las virtudes de la educación popular. Pensé en hablar de todxs lxs que me ayudaron y facilitaron el camino para ese logro y todo eso. Probablemente en algún momento lo haga. Pero quiero recordar otra cosa. Cuando arranqué el CBC en Merlo en el 2000 tenía un profesor de introducción a la psicología que hablaba, en aquel entonces, de la depresión post título. Por alguna razón el chabón tenía ese mambo y lo compartía con gente que recién arrancaba. Decía que luego de eso venía un tiempo de bajón, que había algo del orden del sentido que desaparecía y que, hasta que uno se las ingeniaba para encontrarse otro, la cosa se ponía rara. Un año después le doy la derecha. Después de ese esfuerzo y esa alegría lo que vino fue, casi casi, el bajón mismo. Y se le sumó la vida tal cual es. Las pocas salidas laborales de un título vinculado a los medios sociales, un trabajo que nada que ver, un país horrible que siempre se va al carajo, ausencias varías, boleteos afectivos, la edad, el primer millón que tarda en concretarse. Nada que no sepamos de la vida.

Eso que uno fantaseaba que sería un fin como comienzo luminoso no fue sino un mojón más, como un descanso en mitad de la cuesta arriba de Sísifo. Sí, sí, peor debe ser no tener para morfar, peor debe ser levantarse por las mañanas, mirarse al espejo y descubrir que uno es un macrista. Eso sí que es el fracaso de los sueños. No es eso de lo que hablo. Lo que digo es que uno le dio matraca durante tantos años a la manivela de una noria imaginaria y que, cuando al final creyó que el pozo estaba seco, le llovió la noche entera y a la mañana el pozo rebalsaba. Otra vez a darle a la manija.

Con los cuarenta a la vuelta de la esquina uno más o menos debería acostumbrarse a que las cosas sean así. No deberían serlo, pero hay una lista de cosas de acá Uzbekistán que deberían ser mejores y no lo son. Envidio bastante el optimismo de ciertas personas que están convencidas de que mañana es mejor, que amanece y no es poco, que si hay esfuerzo lo deseado se consigue. En realidad tiendo a pensar que son unos boludxs que nunca visitaron a Marx, a Ciorán, a Sábato o al existencialista más pedestre. Sin embargo, decididamente son más felices. Punto para ellos.

Alguna gente festeja durante años un gol, un levante, un título, un premio. Impermeables a las inclemencias del tiempo cuentan esa hazaña con una épica de sí mismos digna de cualquier saga superheróica. El heroe en primer plano, con la mirada fija en el horizonte mientras el viento le acaricia los cabellos. El ser amado, como no podía ser de otro modo, lo abraza y le promete sin decirlo un sexo desaforado sin condón. Créditos, meritorios y agradecimientos.

¡Qué flash vivir así!

A mí título todavia lo tramitan porque así es la burocracia. No me jode porque no sabría qué hacer con él. No digo que no sea un logro del carajo en un país donde lxs pibxs casi que no tienen escuelas. Ni digo que no sea un logro para mí, que soy, creo, uno de los primeros que obtuvo un título universitario en una familia que bajó del barco hace tres generaciones. Luego de la defenza de mi tesis, esa noche, me agarré un pedo áspero con whisky y me fumé un habano cubano que alguien me había regalado para momentos especiales. Fui felicitado, agasajado y celebrado sin mucho aspamento. Me regalé una tablet y solo leí comics durante seis meses.

Y sin embargo falta algo. No sé bien qué es. Pero debe ser algo importante porque lo noto en la luz de los días. Tengo la impresión que deberían brillar más pero no lo hacen. Tengo la impresión de que luego de ciertos logros por pequeños o grandes que sean uno debería vivir como con un viento de cola que empuja a un velero. Pero mi arroyo está pandito y hay una calma chicha en el aire.

Por ahí debería jugar más a los videos, tomar más vodka, leer a Coelho o escuchar más reguetón para sentirme más pum para arriba. No me sale. No sé, por lo pronto en octubre ojalá estas lacras pierdan por goleada. Aspiro al menos a que eso me saque esta neblina de los ojos y que los sueños se limpien de fantasmas. Ya tengo unos ojeras del carajo. Por suerte todavía tengo pelo, no todos a esta edad pueden jactarse de eso 😂