Frontera entre Kathan city y Laferrere Town. Antes, no man’s land del oeste profundo, hoy también, pero con terminal de metrobús.
Son cerca de las 10 de la mañana y los pibes de la municipalidad todavía siguen barriendo la mugre que dejó la monada durante las fiestas. No hay que agudizar la vista, se ve bien desde arriba del bondi. Cientos de cajas de tetra y latas de cerveza. Bolsas de pan dulce y budines lamidas por la decena de perros de la calle que le disputa la parada a la policía bonaerense y a los vendedores de paco. Forros usados de los que se atrevieron a garchar bajo las luminarias amarillentas del puente peatonal.
Suben dos mujeres. El chofer, detrás de una cortina de baño transparente, las prepotea con que se pongan barbijos o se bajen. Se lo ponen. Una, entrada en años. Le saco la edad por el corte de pelo, la blusa floreada y la pollera tipo evangelista. Tiene un barbijo casero que parece hecho con el corpiño de Lía Cruset. Lleva una cadenita alrededor del cuello que tiene una cruz, un ying/yang y una especie de pirámide con una piedra en el centro. La otra debe andar entre los veintilargos y los treintipocos. Supongo que el mini short que no deja mucho a la imaginación sería un signo de lo primero pero el tatuaje descolorido de Callejeros es más bien de lo segundo. Parece que se conocen, parece que son parientes, parece que hace unos días que no se ven y que no discutieron en navidad por los terrenos de la abuela. Hablan del calor, de que fue imposible hacerse de la guita y las ganas para hacer ensalada de frutas, de que en la tele dieron una maratón de Harry Potter y la más joven, mientras se pintaba las uñas de los pies, la vio completa. Entre las correas de las sandalias sus uñas son un arco iris. Algunas, incluso, tienen pequeños dibujos, flores, astros. Conocí a una flaca que cada tanto se juntaba con amigas y les pintaba reproducciones diminutas de cuadros en uñas de manos y pies. Cobraba por eso y no era barato. Unos se especializan en porno de los ochenta, otros en cocinar profiteroles y otros, bueno, otros en arte sobre queratina. Hay de todo en la viña del Señor, sobre todo si es la viña del Malbec. La piba no tiene tamaña habilidad pero le puso tiempo y tesón y eso es más que lo que le pongo a cualquier cosa de mi propia vida así que casi que la envidio.
La charla sigue por el lado de las pelis del mago. La señora no le da mucha bola hasta que la piba le pregunta si ya se hizo tirar las cartas. Ah, se endrogan -pienso- ya me parecía raro tanta alegría un lunes por la mañana.
La señora, muy efusiva y con ganas de hablar del tema, le dice que no, que pidió turno para el viernes. Agrega que no se quedó en «la zona de confort» y que se compró dos libros de horóscopo 2021 y que Edu se los leyó porque ella no soporta leer, que se queda dormida. Le dice que le costaron un ojo de la cara pero que bien lo valen porque hay que estar preparado. La piba dice que escucha los podcast de horóscopos que sube Mía Astral en YouTube y Spotify. La otra no entiende que es un podcast. La piba intenta explicarle qué son pero desiste y le dice “videitos”. Al final ambas se alegran de que esté año los tránsitos lunares les son propicios y se felicitan por la suerte. La piba le dice que más o menos igual que el año pasado a la que la mayor agrega:
-¿Viste? Nos fue bien, gracia adió. Salvo mí suegra no se nos murió nadie. Si aguantaba un mes más salía redondo. Pobrecita, la agarró el covid y se la llevó en un suspiro. Hasta noviembre pensé que era todo cosa del gobierno para darnos planes sociales y tenernos agarrados de las bolas. Hasta que le agarró a ella y a la semana se murió, tan bien que estaba. Igual, no pienso darme la mierda rusa esa que están vendiendo. Andá a saber qué le metieron. Ni esa ni las otras, por ahí la yanqui pero esa acá no llega. Es todo una mafia.
La piba le da razón. Siguen hablando sobre decanatos y ascendentes. Me corro para el fondo. El síndrome de inmuno deficiencia cerebral suele ser contagioso.