A veces ocurre que pasa algún tiempo antes de volver a cruzarse con un disco que conmueva. Las razones pueden ser varias, todas vinculadas a la subjetividad. Discos que en una época determinada nos hubiesen parecido basura al llegar el momento dictado por los dioses nos tocan una fibra interna y se vuelven omnipresentes, banda sonora original de los días vividos en tiempo real.

Algo de eso debe haber en mi encuentro con “Una noche en el Castillo”, el disco que Rulo y la contrabanda grabaron en el castillo Argueso, España, hace apenas unos meses.  Jamás los había escuchado nombrar.  En el listado de discos nuevos a escuchar había otras bandas. El último de Julian Casablancas, el de Tom Yorke, el Marianne Faithfull para mencionar a los grandilocuentes. El de Gary Moore o el de Joe Bonamassa si uno está en plan de buscar sonidos prestigiosos.

Lo cierto es que el nombre es gracioso. Hasta que el disco comienza a sonar y entonces lo gracioso desaparece. De pronto el ambiente se entristece, se llena de un aire de pérdidas y nostalgias y lo que fuera que uno esperaba se hace añicos y asoma una lágrima. En la tradición de Los Secretos , de Duncan Dhu, de Fito & the fitipaldis  o del  Sabina de mediados de los ´80,  Rulo y la contrabanda se sientan en el medio de un castillo de los de verdad  y tocan baladas pop acústicas y simplonas, repletas de lugares comunes, enumeraciones y narraciones de desamor y autodestrucción. Es decir, un disco encantador.

La mayoría de las canciones se parecen entre sí.  16 tracks que suman una hora. En ningún momento sacan los pies del plato de las baladas. Pero no incomodan. No hay allí una cacofonía de sonidos. Hay sí una suerte de loop temático que, si es de noche, uno está bebido y tiene algunas fotos viejas a las cuales echarle mano, pueden andar bárbaro para una autocompasión adolescente medio pasada de época.

Por si acaso fuera interesante Rulo y la contrabanda está formada por su frontman Raúl Guitierrez ex miembro de la Fuga – una agrupación de segundo orden en España. Lo acompaña un seleccionado de músicos curtidos en las lides de las bandas más destacadas del pop español como Jarabe de Palo, Nacho Vegas, Amaral, Amaia Montero y Enrique Bunbury. Tienen 2 discos de estudio y dos en vivo, entre los que se incluye este.

No es un disco que le cambie la vida a nadie. Es un disco que me gustó, mucho, porque así me siento o porque los dioses lo quisieron así.

Me cierran el bar. Chauchas■