Amor en tiempos libertarios

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Sería una guachada decir que en otros tiempos se vendían orquídeas transilvanas o amapolas de Ceilán. Siempre fueron rosas y claveles, y el estatus del regalo digamos que lo daba más la cantidad que su rareza, pero los tiempos cambian. El merchandising amatorio, también, en especial si no hay un mango.

Recuerdan aquellxs de buena memoria que antaño, para el día de los enamorados, se acababan los turnos en telos y las flores triplicaban su precio porque, como bien sabemos los fuleros, no basta solo con el amor para ponerla gratis y no sentirse solo. Lo prueban miles y miles de rupturistas del amor, de despechadxs que devuelven cartas apasionadas y ositos de peluche pero nunca lavarropas, autos e inmuebles tasados en dólares a precio Dubai.

Joie

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No se sabe si es deseo mal llevado, un piedra libre a la pulsión golpista o simplemente algo que la monada dice porque necesita descargarse, pero la cosa es que se escucha que se cae, que no llega, que se va, que lo matan como a Moreno, que se mata como Nisman, que le tiran un cacho de bofe con vidrio a los perros o que la hermana le cuelga la galleta por un primo santiagueño que la tiene grande y no duerme siesta. Eso dicen en la parada mientras putean por el precio del boleto para bondis que se quedan en mitad de la autopista y vienen cuando les pinta venir, es decir, casi nunca.