Falo en desgracia

Posteado el

Me llamó Lisa, el falo, como le decían en esos antros psi que frecuentaba cuando niñata. Más o menos al inicio de la cuarentena había pegado un chongo. Para alguien que venía de una relación de 15 años que se apagó lenta y cansinamente el encuentro con un cuerpo distinto al que dictaba la costumbre debió ser algo así como el maná en el desierto o como encontrar guita en un jean a fin de mes. Un golazo. Pero se terminó. Después de 10 meses de pasarse días el uno en la casa del otro, de coger en todos los rincones y leer a cuatro ojos los mismo libros parece que se terminó. Chin-pum!

Le doute

Posteado el

Hace unos días hablaba con una amiga psicóloga, El Falo. Le decían así cuando la conocí. Yo la llamo Lisa. Nos conocimos en la empresa de transporte en la que laburábamos. Le gustaba el punk de los ´90, había coqueteando mucho con el reviente de zona sur, con la modas de tajearse las muñecas y con los problemas de alimentación. En algún momento se le alinearon los patos y se acomodó. Se recibió, se puso de novia con un tipo gigantesco y cara de pocos amigos; hizo una promisoria carrera estudiando el autismo, viajó mucho y se consiguió 4 gatos. Dejamos de vernos.