Sembrando vientos

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El tipo está en la parada. Usa una pilcha de recolector de residuos, aunque no lo sea. Pantalón arremangado, chomba de un gris que ha tenido mejores días, gorrita con el logo de Aston Martin. También está su pareja, una piba de unos 40 que parece de 70 y cuando habla razona no muy distinto a como lo hace una de 19, como mucho votante en los últimos 20 años. Le faltan varios dientes. Van con 4 nenes. El menor de unos meses, el mayor de unos 8 y los otros dos andarán en el medio, todos varoncitos. Los tengo vistos porque se pasaron el verano entero viajando por las noches en el mismo colectivo que yo. Por lo que pude cazar ella y los nenes iban a lo de algún pariente con pelopincho en zona sur. Los fines de semana se quedaban ahí. Él iba a cartonear, a rebuscar alguna changa, a hacer de trapito en recitales, vender choris, espejos, lo que sea para no tener que correr la coneja. Se encuentran siempre en la parada porque ella deja pasar los bondis hasta que el tipo aparece. Son reconocibles por los nenes, particularmente quilomberos. No es algo que merezca decirse del más chiquito cuya naturaleza es básicamente gritar sino de los otros que nunca se quedan quietos salvo que se los recontra cague a pedos a grito pelado o se los zamarree un poco. Alguno se ha comido uno que otro castañazo a destiempo, pero mejor tarde que nunca.

Ardiente paciencia

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No podía no pasar…otra vez. Son las 10 de la noche y aun así hacen treinta y pico de grados. Hay una cuadra de cola esperando el colectivo. En el lapso de tiempo en que debían pasar 3 no pasó ninguno. Los ánimos están caldeados. Por mucho menos le cortaron la cabeza a los reyes de Francia o derrocaron a Batista. La falta de morfi los primeros años de vida, el abuso de sustancias variopintas y una pobre formación en praxis política deja a la mayoría lejos de cualquier aspiración reivindicatoria. Al llegar el bondi un grupo de gente bebida acusa a otro grupo de gente bebida de querer colarse. No queda muy claro si es cierto o no. Se carajean de tal forma que haría que cualquier lingüista, semiólogo o estudioso del castellano medianamente competente sufriera una erección, es decir, sin consonantes. Se adivina el insulto más por el tono que por las palabras propiamente dichas. He aquí -pienso- la apropiación creativa del idioma de nuestro señor el rey de España, Dios lo tenga entretenido en sus matufias familiares y no lo suelte. Suben ellxs y subimos el resto. Siguen bardeando. Como amenazan con cagarse a palos arriba del bondi tenemos que esperar veinte minutos largos para que el chofer se digne a salir.