Hace incontables eras, cuando no existía el kirchnerismo y Flavia Palmiero era novia de Franco Macri, me pintó por la religión. Joven, inexperto, falto de amigos y demasiado pobre para permitirme drogas de calidad, pasaba un catolicismo baratito por ahí y me sumé. Estuvo bien unos años hasta que empecé a leer. Luego llegué a la conclusión de que los dioses, si los hay, disfrutan más de las lágrimas de los inocentes que de su salvación.
A diferencia de esos faloperos de la tele que van a llorar delante de todo el mundo moqueando que están arrepentidos yo celebro aquellos años porque aprendí muchas cosas. Ninguna sirve para hacer dinero o levantar una pared. Sin embargo, para captar referencias de cultura pop y rellenar palabras cruzadas son un golazo. Por eso la cazo al toque cuando estiro el ojo para chusmear qué es lo que lee con tanto interés la piba que tengo parada a mí lado. El título del apunte dice “Oración para invocar a Metatrón”. Listo, la piba es una aleluya madrugadora, de esas que para decidir si paga la factura de luz hoy o la semana que viene abre su evangelio en una página al azar e interpreta lo que lee como una señal que da la respuesta a su pregunta.
A pesar de que parece más el nombre de un villano de los Transformers que el de una entidad cósmica, Metatrón es un ángel pulenta, pulenta, con jinetas y todo: arcángel de las huestes de Dios. Varias religiones lo cuentan como parte de su equipo y siempre aparece dando órdenes, juzgando y dando consejos. También suele aparecer como un conchudito de pocas pulgas, enojón y vengativo. Cuenta el judaísmo que Moisés se guiaba en el desierto no por la posición de las estrellas en el cielo sino por los consejos y guías de Metatrón. Algo digno de verse porque Metatrón es un nombre griego y cuando estos pibes cruzaron a gamba el Sahara los griegos no estaban ni entre huevo y huevo; pero en fin, no le reclamamos coherencia a la saga de Rápido y Furioso menos le vamos a exigir a un grupo de gente cagada de hambre que camina bajo el sol y adora becerros de oro.
Metatrón, como corresponde a toda figurita difícil es objeto de estudio de la angelología y ciertos grupos afines a lo paranormal y la brujería blanca, negra y con pintitas. Los fans de las piedras energéticas, el cabalismo, la alquimia y el agua primigenia también le rinden culto, le prenden velas y hasta se tatúan el cubo de Metatrón, una especie de hipercubo proyectado sobre un plano que no es más que la expresión del gusto por la geometría que no puede faltarle a cualquier falopero. Les preguntás por las propiedades del cubo de Metatrón y no paran de hablar por una semana pero les preguntás sobre el teorema de la bisectriz y te quedan debiendo durante media vida geometría de segundo año.
La piba lee la oración a Metatrón moviendo los labios y guiándose con el dedo sobre las palabras. Cuando el bondi frena hasta se puede oir su murmullo. Es como si el poder angélico le impidiese callar y le desbordara la boca a pesar del esfuerzo. Agustín de Tagaste cuenta sorprendido en su libro Confesiones que su maestro Ambrosio tenía la rara facultad de leer en silencio. Esa forma de lectura es relativamente moderna. Julio César también lo cuenta en sus Crónica de la conquista de las Galias. Cuando recibía partes de guerra iba a leerlas a una carpita retirada del destacamento para poder leer sin que nadie escuchara. Con los siglos la muchachada aprendió a leer sin tener que mover los labios. Pero bueno, la piba no se enteró.
La oración, impresa en una hoja A4 que ha tenido tiempos mejores, parece haber salido directamente desde un sitio web porque tiene dibujitos, gráficos que muestran a Metatrón en toda su gloria y vistiendo una camisola de bambula cremita. A decir verdad, Metatrón, a pesar de su enorme poder y el nombre de macho con pelo en el pecho, tiene un aspecto más bien femenino, delicado. Por suerte Santo Tomás, en el 1200 y pico, se tomó el trabajo de dedicarle 10 tomos de su Suma Teológica al tema del sexo de los ángeles. Concluyó que eran hombres porque todo lo amanerado que quieras pero con pito, como debe ser.
Una de las secciones del apunte indica cómo “sintonizar” (dixit), con la energía de Metatrón. Está rara la cosa porque no queda claro si es una lista procedimental, una serie de consejos y sugerencias o algo que le salió del quinto fondillo del ojete a quién lo escribió. No quisiera ser mal pensado pero tengo la sospecha de que lo último es lo más factible. Por ejemplo, en el punto 5 de las formas para sintonizar con la energía de un ser que se sienta en el mismo bar que Dios, el texto indica que no hay que caer en el pecado de la gula. En el punto 8 dice que no hay que dejar que los hijos vean películas ni escuchen música que hagan homosexuales. En el punto 13 dice que hay que levantarse antes del amanecer y recibir al sol orando, en el 15 que hay que ser generoso con el diezmo. Los puntos son 30 y están repartidos en varias hojas con forma de corolario. Es decir, enunciación del punto y luego una explicación. La parte del diezmo es la única que no tiene desarrollo. Supongo que se caerá de maduro. La oración termina augurando que aquellos que se mantengan fieles al Dios de los ejércitos no sufrirán la ira de Metatrón cuando llegue el juicio final.
La piba parece una persona normal. Dos piernas, dos brazos, dos ojos. Empilcha discreta, huele a recién bañada. Usa para subrayar los pasajes que más le interesan una birome tipo Bic rosa con brillos. Pide permiso, dice por favor y gracias. No es como esas aleluyas que asumen su aleluyosidad vistiéndose como aleluyas que, vamos, son iguales a esos pibes chorros que se visten y hablan como pibes chorros para parecer más pibes chorros de lo que ya son. No, ésta no. No usa faldas largas ni camisa de color pastel ni cartera ni chatitas. Campera, mochila, jean con zapatillas Topper y pará de contar. Si tiene panfletos invitando a la salvación, no los comparte, por suerte. Biblia a la mano, tampoco. Por ahí pertenece a una nueva generación de evangelistas camuflados, agiornados a los tiempos que corren, como esas ultra conservadoras de la tele que hicieron carrera en los medios apareciendo en playboy exhibiendo sus hemorroides y ahora se recatan pero con un discurso cercano a la gente y la ignorancia más llana y perniciosa.
Se baja en Evita City, pero no en la iglesia mormona que está junto a la Ricchieri sino en la entrada, cerca de la estación José Ingenieros del Belgrano Sur. Como hay un embotellamiento de aquellos por culpa de un motoquero que se le dio por morirse justo abajo de un camión en hora pico, puedo ver como la piba baja, camina unos metros, se detiene, gira hacia el lado del sol, cierra los ojos y le impone las manos justo como le indicaba la oración. Miro al sol a ver si se mueve o cambia de color, indago con ojo avizor el más leve cambio en el orden del universo que me rodea. Me miento un arrepentimiento de vuelo bajito por alguna que otra infidelidad no sea cosa que la piba esté en lo cierto y caiga Metatrón aquí y ahora a poner un poco de orden en este mundo de mierda y yo, flojo de papeles. El bondi arranca, la piba queda atrás. No pasa naranja.