Voy sentado atrás de todo. La señora que tengo a mi lado en el bondi tiene olor a culo. Como uno es un prejuicioso de mierda, al principio pensé que era un gordo gigante que viajaba con la mujer. El gordo intentó durante veinte cuadras sacarse la campera sentado pero no pudo.
-Ayúdame, Graciela, no ves que no puedo?- Le dice a una Graciela a la que le importa un choto lo que el gordo le dice. Se bajaron en el km.29.
Sigue el olor.
Lo lógico sería pensar que cada culo tiene y despide un olor particular, como suele ocurrir con la piel. El enamorado recuerda no solo la tersura sino también el aroma de la espalda de la mujer amada, cómo huele las noches de calor, cuál es su sabor durante el invierno. Puede diferenciarla de otro millardo de pieles que se le crucen. El olor a culo no. El olor a culo es como un paradigma platónico. Un arquetipo que se reconoce porque todxs antes de ser paridos habitamos los mundos supracelestes y contemplamos con la luz de la razón la forma primigenia de las cosas, entre ellas, la del olor a culo.
Es entonces que la señora, mientras habla por wasap con Marita, Marita, su amiga del alma, la que le riega las plantas, la que quiere a los nietos de Eduardo tanto como ella, Marita, pues, despide olor a culo.
Tengo poco margen para describirla porque si giro la cabeza el olor me inunda las fosas nasales y me puede pudrir el alma lastimosa que arrastro. Le veo de reojo la cartera, negra con cuadritos. Le veo el pelo teñido de un color rubio caniche con unas raíces negras que le promedian el craneo. Tiene unas pantubotas llenas de barro húmedo y las uñas pintadas de marrón. Tiene unos aros de perlita que refractan la luz. No parece una persona desequilibrada y cuando habla con Marita usa las eses y hasta tira objetos indirectos en sus oraciones, guarda con eso, mis respetos. Es solo que, bueno, tiene olor a culo.
El olor persiste incluso con la ventanilla abierta del pibe que viaja en el último asiento individual, a nuestra izquierda. El pibe también sintió el olor al toque de sentarse y la abrió. Él zafa porque la ventolera le pega en la jeta directamente pero, crease o no, su efecto defensivo se pierde 30 cm. Más atrás. De todos modos la cierra al llegar a la autopista porque corremos el riesgo de volarnos. Incluso un forro que va leyendo la palabra del señor le pide por favor que cierre la ventana porque le hace bailar las hojitas de esa biblia blasfema con la que se pueden armar porros. Prefiere el olor culo a despegar los ojos de su error doctrinario. Esto con Sabonarola no pasaba.
Anyway, la vieja, más o menos cuando estamos a la altura del mercado central, saca de la cartera un perfume igual a uno que usaba mi abuela para matar a las polillas. Un frasco esmerilado con piquitos lleno de una especie de aceite anaranjado. Sin sacarle la tapa ya se siente el aroma a fruta dulce putrefacta. Tengo unos vecinos a la vuelta de mi casa que hace dos semanas que tienen una montañita se mandarinas podridas en su patio. Huelen igual. Por alguna razón, se sampa el perfume en las manos y en el cuello. El olor a culo desaparece. Ahora todo el bondi huele a ropero de 1964. No sé qué es peor.
Leí todo tu artículo. Está genial.
Jjajajaj por qué llegué hasta aquí bueno sí googlee olor a culo