Parada del 96. Kathan city. El calor transforma el asfalto en yogurt. Los de la verdulería que está del otro lado de la ruta revolean sandías y melones cual Cirque du Solei. Uno está en cueros. Tiene un pantalón corto arremangado que le queda casi como una zunga. El flaco debería irse a curar el ojeado porque en la parada hay una flaca que se lo manduca con la mirada. Usa un tapabocas que tiene estampada la cara de Leo Mattioli sosteniendo una rosa. Está petrificada. Así se queda los cuarenta minutos que compartimos de espera. Con todo el disfraz pandémico no le cazo la edad, pero debe andar en la veintena. El movimiento es sutil pero no lo suficiente. Con el brazo se rosa el costado de los pechos de un modo un tanto masturbatorio. Apuesto a que sí.
Días y flores
Posteado elBorges decía que en el Corán no aparecían camellos porque no hacía falta, era obvio que los había. Por eso decir que mi vecina pegó un covid de padre y señor nuestro se cae de maduro. Todo el barrio, el mundo entero. Los que no, salen a trotar, a tomar cerveza artesanal o a correr la coneja porque el bicho mata a cualquiera, pero hay una cosa que no mata: el hambre.
Falo en desgracia
Posteado elMe llamó Lisa, el falo, como le decían en esos antros psi que frecuentaba cuando niñata. Más o menos al inicio de la cuarentena había pegado un chongo. Para alguien que venía de una relación de 15 años que se apagó lenta y cansinamente el encuentro con un cuerpo distinto al que dictaba la costumbre debió ser algo así como el maná en el desierto o como encontrar guita en un jean a fin de mes. Un golazo. Pero se terminó. Después de 10 meses de pasarse días el uno en la casa del otro, de coger en todos los rincones y leer a cuatro ojos los mismo libros parece que se terminó. Chin-pum!
Banda sonora
Posteado elSe ha dicho hasta el cansancio que donde terminan las palabras comienza la música. Eso es más cierto en los conurbanos, donde el piberío se divierte como vive: al límite.
Normalidades
Posteado elEn la antigua normalidad se viajaba como el orto. En la nueva también, pero para no ser desagradecido hay que reconocer que, como ya no lo llenan hasta las bolas, se reduce bastante la posibilidad de que te apoyen el paquete en el hombro cuando el bondi pega el frenazo. Está el detalle ese de la espera. Antes lo esperabas dos horas y como pasaba repleto no te paraba. Ahora lo esperas dos horas, pasa semivacío y tampoco te para porque los colectiveros dan rienda suelta a su sentido cívico dejándote a gamba así como la policía piensa que hace patria cagándote a palos.
Los bonistas de mi corazón
Posteado elDeudas tenemos todos; con el panadero, con la escuela de los nenes o con Juan Carlos Mastercard, que dios lo tenga en su gloria y no lo suelte. Por no hablar de las deudas morales porque de pequeñas y grandes traiciones se hizo el mundo tal y como lo conocemos. Así que estar hasta las bolas no es una cosa muy novedosa que digamos. Lo novedoso es en todo caso que te perdonen un cacho de deuda. No es gratis, pero algo es algo.
Torn
Posteado elLa nostalgia es un negocio. Basta con mirar todos los rubros del arte, del deporte y de la vida. El pasado vende. Lo saben los escritores de novelas históricas y los psicoanalistas. Lo saben esas esposas que se visten de colegialas para calentar a sus maridos y esos maridos que tratan de bajar la panza para parecerse a los jóvenes que fueron hace veinte años. Y no está mal. Todos tenemos derecho a comer caliente. Y si es con honradez, mejor.
countdown to fall – parte 1
Posteado elComo suele ocurrir, los griegos tenían la posta. No por nada a occidente lo inventaron ellos a pura prepotencia intelectual y, de paso, también de espadas y masacres varias porque no sea cosa que los fueran a tratar de afeminados por acostarse con pibitos. Siempre ha sido igual en todo los barrios de la historia, si te gritan puto desde el bondi se la tenés que jurar.
El virus en la mano
Posteado elUn giro sorpresivo en los acontecimientos a veces nos impacta de lleno. Lo aprendimos todos. Un día el mundo era el de siempre y al siguiente, un virus venido de quién sabe dónde, nos cambió la geografía. Los más pesimistas dirán que nos achicó el mundo, otros dirán que lo agrandó. Opiniones sobran.
Taconeando
Posteado elConstitución. Frío destemplado. Agresivo, húmedo. Poca gente en la calle. Camino ligero. Está oscuro. Las chicas trans semidesnudas que necesitan parar la olla de hoy y todos los días me piropean el tiempo que tardo en recorrer la cuadra. Soy el único que pasa. Me dicen rubio, me dicen lindo, presuponen a los gritos que mi miembro es descomunal. Por un segundo me siento halagado. Después me doy cuenta que quieren comer caliente.
El título sobra
Posteado elResulta que luego de un centenar de días encerrado, en mitad de la cuarentena, en una de sus fases más duras, no hago más que escuchar historias de desconfinamiento a puro pechito gentil. Gente que conozco se jacta de salir, de reunirse, de escaparse para garchar y tomar. Me llega, incluso, la historia de unos conocidos, que salen a comer afuera, en un lugar que abre, secretamente, para que la monada deguste pizzas, tintos, escuche música y baile «pero bajito, para que no salte la ficha». Ok, no se jactan, pero se justifican como si luego de su esfuerzo tuvieran derecho a un «permitido». Capaz que sí, no lo sé. No me voy a poner en vigilante.
Margarita
Posteado elEl 3 de mayo de 2019 fue la última vez que hablé con la Princesa Margarita. Fuimos compañeros mucho tiempo en la orgía de egos al que llamo lugar de trabajo, una dependencia estatal que habilita la fumigación de escuelas sin ponerse colorada.
Peladito
Posteado elHace más años de los que puedo recordar también fui joven, adolescente más bien. Como todos, ni más piola, ni más boludo que el común de la gente. Algo más dado al drama, quizás. Por eso cuando la otra noche soñé con Casita de Pan, parte de esa época se me vino al filo de la lengua y me dejó ese gusto entre dulce y amargo que tienen los buenos licores vencidos que olvidamos en la alacena y a los que les entramos un trago cuando no hay otra cosa.
Le doute
Posteado elHace unos días hablaba con una amiga psicóloga, El Falo. Le decían así cuando la conocí. Yo la llamo Lisa. Nos conocimos en la empresa de transporte en la que laburábamos. Le gustaba el punk de los ´90, había coqueteando mucho con el reviente de zona sur, con la modas de tajearse las muñecas y con los problemas de alimentación. En algún momento se le alinearon los patos y se acomodó. Se recibió, se puso de novia con un tipo gigantesco y cara de pocos amigos; hizo una promisoria carrera estudiando el autismo, viajó mucho y se consiguió 4 gatos. Dejamos de vernos.
Nada es más cierto que una deuda – Editorial 93
Posteado elNo hay −acaso no podría haberla− cultura, civilización o pueblo alguno que no se encuentre atravesado de un modo u otro por el concepto de deuda. Las relaciones sociales se fundan en alianzas de reciprocidad, es decir, en una correspondencia mutua de beneficios, en un ida y vuelta de dones y contradones que van atando, engarzando una trama de sociabilidad que constituyen, con sus bemoles, una experiencia común.
L´aube
Posteado elLas noches de pandemia se hacen largas. En especial si te labura el balero, si te quedás rumiando lo que perdiste, lo que nunca vas a tener, lo mucho que te cuesta cada cosa medio pelo que lográs a fuerza de prenderle velas a la virgencita y trotar hasta Luján cada vez que lo amerite.
Juntitos
Posteado elHoy hablé con India. Fuimos compañeros de trabajo hace muchos años. Buena piba, rara. Complicada de tratar. No pegaba mucha onda con la gente por eso creo que nos sorprende a ambos seguir en contacto. Tiene 30. Cuando nos conocimos era una criatura recién salida del secundario.
Cuarentena
Posteado elRompo la cuarentena, el sábado, el domingo, ya no me acuerdo. Vivo perdido, como en esa novela de Verne, «dos años de vacaciones» pero sin vacaciones porque laburo desde casa.
Corona
Posteado elEn el 96 la monada pivotea entre la desconfianza y el me chupa un huevo. Por ahí porque estamos más curtidos que el ciudadano idealizado de TN. A fuerza de sobrevivir al agua contaminada de Kathan city, al paco, a la policía, al cólera, al dengue y al macrismo nos hemos convertido en extremófilos, esos organismos que viven en lugares imposibles donde otro ser vivo caga la fruta al instante. Así que no sorprende que a pesar de la paranoia colectiva arriba del bondi la gente comparta el mate, se tosa a pulmón libre y se bese sin pudor.
Paraguas
Posteado elTengo un paraguas. Tengo un paraguas negro. Tengo un paraguas negro con forma de espada. Sí, de espada, el mango es el de una katana, una espada japonesa de efectividad legendaria. Hoy día la usan para matar zombis y mafiosos en la tele. Es tan realista que tiene habaki, seppa, suba y fuçi, que son partes de la espada solo que las del paraguas son de plástico. Me la regaló una amiga. El hermano labura importando cosas locas de china y supongo que la sacó de ahí. Fue un gran regalo.